Es indudable que la diversidad de programas y dispositivos digitales, permiten múltiples manejos de la tecnología a nivel educativo. Podríamos delimitar algunos aspectos básicos y generales apuntando a la formación profesional de docentes, refiriéndonos, más que al conocimiento de software, (Word, Excel, Photoshop, etc.) a sus competencias profesionales. Esto tiene que ver con la relación generacional entre docentes y alumnos, que marca claras ventajas para los segundos...
Este desafío se superpone a otros, aun pendientes en educación, por ejemplo, siempre cabe la pregunta: ¿desde qué perspectiva planifica tal o cual docente el proceso didáctico enseñanza y aprendizaje? Y en este sentido, ¿qué usos hace de la tecnología, y qué significado le atribuye a la mediación tecnológica en en aula? Forzando una síntesis diríamos: ¿desde qué concepción curricular integra los medios tecnológicos? De modo que, lo primero que debemos observar es la alta complejidad del hecho educativo, y específicamente del hecho educativo mediado por tecnología (también compleja aunque funcionalmente cada vez más “simple”)
No existen –al parecer- soluciones arquetípicas en ningún caso. Sin embargo, el análisis de los factores que entran en juego en la mediación tecnológico – educativa, nos proporcionan algunos datos fundamentales para apuntar hacia una inclusión significativa de herramientas digitales, una integración eficaz que desarrolle todas las virtualidades de este proceso complejo, tanto a nivel didáctico como a nivel tecnológico. De lo contrario, un mal uso de la tecnología a nivel educativo, habla de un vaciamiento de lo didáctico e igualmente, vaciamiento de lo tecnológico y sus potencialidades. A decir de Carr (2005), el maestro es profesionalmente responsable de la adopción conciente de unos recursos convencionales procedentes de las investigaciones y desarrollos pedagógicos más avanzados. “Un buen maestro responde de manera creativa a los retos y necesidades de cada ocasión pedagógica en particular”, expresa dicho autor. Esta capacidad de respuesta, de reacción a tiempo ante la realidad, le permite generar nuevas relaciones en lo que llamamos la “tríada didáctica”: docente – contenido – alumno. Se trata de la adecuación didáctica de los contenidos, es decir la transposición didáctica de acuerdo a determinado contexto, según unos contenidos, y en coherencia con el perfil –integralmente hablando- del alumno.
La tarea docente implica la planificación didáctica de la enseñanza y en ella la opción por recursos tecnológicos y específicamente lo que nos ocupa, recursos tecnológicos informáticos. Ahora bien, dicha responsabilidad profesional implica al menos:
- el conocimiento de los recursos tecnológicos con virtualidad educativa (características, aplicabilidad, significatividad, usos en el aula, pertinencia);
- el tratamiento pedagógico de los recursos y sus potencialidades;
- el desarrollo de propuestas de trabajo con tecnología, sustentadas en un proyecto educativo integrador;
Los medios tecnológicos son hoy el principal escenario de socialización de niños, adolescentes, y jóvenes a nivel global (Pérez Rodríguez 2004).
Este desafío se superpone a otros, aun pendientes en educación, por ejemplo, siempre cabe la pregunta: ¿desde qué perspectiva planifica tal o cual docente el proceso didáctico enseñanza y aprendizaje? Y en este sentido, ¿qué usos hace de la tecnología, y qué significado le atribuye a la mediación tecnológica en en aula? Forzando una síntesis diríamos: ¿desde qué concepción curricular integra los medios tecnológicos? De modo que, lo primero que debemos observar es la alta complejidad del hecho educativo, y específicamente del hecho educativo mediado por tecnología (también compleja aunque funcionalmente cada vez más “simple”)
No existen –al parecer- soluciones arquetípicas en ningún caso. Sin embargo, el análisis de los factores que entran en juego en la mediación tecnológico – educativa, nos proporcionan algunos datos fundamentales para apuntar hacia una inclusión significativa de herramientas digitales, una integración eficaz que desarrolle todas las virtualidades de este proceso complejo, tanto a nivel didáctico como a nivel tecnológico. De lo contrario, un mal uso de la tecnología a nivel educativo, habla de un vaciamiento de lo didáctico e igualmente, vaciamiento de lo tecnológico y sus potencialidades. A decir de Carr (2005), el maestro es profesionalmente responsable de la adopción conciente de unos recursos convencionales procedentes de las investigaciones y desarrollos pedagógicos más avanzados. “Un buen maestro responde de manera creativa a los retos y necesidades de cada ocasión pedagógica en particular”, expresa dicho autor. Esta capacidad de respuesta, de reacción a tiempo ante la realidad, le permite generar nuevas relaciones en lo que llamamos la “tríada didáctica”: docente – contenido – alumno. Se trata de la adecuación didáctica de los contenidos, es decir la transposición didáctica de acuerdo a determinado contexto, según unos contenidos, y en coherencia con el perfil –integralmente hablando- del alumno.
La tarea docente implica la planificación didáctica de la enseñanza y en ella la opción por recursos tecnológicos y específicamente lo que nos ocupa, recursos tecnológicos informáticos. Ahora bien, dicha responsabilidad profesional implica al menos:
- el conocimiento de los recursos tecnológicos con virtualidad educativa (características, aplicabilidad, significatividad, usos en el aula, pertinencia);
- el tratamiento pedagógico de los recursos y sus potencialidades;
- el desarrollo de propuestas de trabajo con tecnología, sustentadas en un proyecto educativo integrador;
Los medios tecnológicos son hoy el principal escenario de socialización de niños, adolescentes, y jóvenes a nivel global (Pérez Rodríguez 2004).
La imagen es de: http://portal.exatec1.itesm.mx/vinculacion/img/edi72_cine_digital.gif (visitado el 30/04/07)
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